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Torre del Beato

Torre del Beato

En los lares más recónditos de la serranía cordobesa, podemos descubrir parajes llenos de historia, donde aún conservan elementos arquitectónicos que nos hacen recordar el legado que nos dejaron las diferentes culturas que pasaron por Córdoba. Uno de estos magníficos legados es la llamada Torre del Beato.

Emplazada en Sierra Morena, cerca de la antena blanca y roja de RNE y de la carretera del cruce de Las Ermitas, se alza esta formidable atalaya. El entorno que la rodea es cautivador. Un enigmático bosque mediterráneo, lleno de madroños, encinas, lentiscos, brezos, jaras y algún castaño. También podemos observar algunos cipreses cercanos a la Torre, este árbol de hoja perenne que forma parte del grupo de las coníferas, es considerado un árbol sagrado desde la antigüedad, de su madera se construyó el Arca de Noé.

La zona es esplendida, un deleite visual, donde podemos experimentar multitud de sensaciones. La torre suele albergar en sus noches a una variada fauna local. Sus almenas sirven de apostadero para las rapaces nocturnas, como el Gran Duque (Búho Real), donde acechan a sus presas. Pequeños carnívoros como el Ladrón de Bagdad (Gineta), deambulan por sus rincones a la búsqueda de pequeños roedores. La Gineta, de la familia de los vivérridos, fue introducida por los fenicios en la Península Ibérica y muy utilizada por los musulmanes para combatir roedores y serpientes en las ciudades.

Esta atalaya es una torre vigía de origen islámico medieval. Es un tipo de fortificación militar, aislada, cuyo objetivo es facilitar un lugar alto y seguro desde el cual poder vigilar los caminos, la ciudad y la conducción del agua.

Forma parte de un cinturón defensivo compuesto por varias torres vigías similares a las del entorno, como la Torre de las Palomas y la Torre de las Siete Esquinas. Entre ellas se comunicaban mediante señales de humo por el día y señales luminosas (una hoguera) por la noche.

Torre vigía de planta cuadrada, de nueve metros de altura, construida en mampostería de ripios de cuarcita gris, enlucidos de mortero de cal y arena. Sus muros tienen un grosor de 1,20 metros, se accede a través de un arco donde hubo una puerta que desapareció.

Esta construcción está dividida en tres partes, una planta baja, compuesta por un habitáculo abovedado de ladrillo, con unas escaleras en un lateral, que permiten acceder a través de una estrecha entrada a la planta de arriba. Una primera planta que sería el lugar de descanso de los vigías, en el muro de esta planta encontramos unas aberturas verticales, estrechas y profundas, llamadas troneras o saeteras, pequeñas ventanas por donde disparaban las flechas. En esta primera planta, hay un acceso a través de una estrecha entrada, pero esta vez no hay escalones para subir, quizás tubo una escalera de madera o de cuerda, que sería destruida si la torre fuese invadida, para impedir el acceso a la azotea.

Por último, encontramos la azotea, que se corona con cuatro almenas sirias, que podemos relacionar con otros edificios musulmanes, como la Mezquita de Córdoba. Estas almenas o merlones, son los salientes verticales que se encuentran colocados en intervalos regulares, funcionando como remates perimetrales de los muros de la torre que servían para la defensa y protección de los soldados.

El nombre de la Torre hace referencia a un eremita, persona que vivió sola en este lugar deshabitado para dedicar su vida a la oración y el sacrificio, después de la Conquista Cristiana.

El estado actual de conservación es bueno, aunque tiene algún deterioro por la erosión y el abandono. La Torre del Beato y su entorno son un fascinante lugar para descubrir.

Si quiere una experiencia de Córdoba única, el equipo de Amedina Córdoba, estará siempre dispuesto. Consulte nuestras visitas guiadas y tours, o si lo prefiere opte por un guía privado. Nos gusta Córdoba, le gustará a usted.

Texto: Antonio José Ojeda Gallardo. Amedina Córdoba.

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