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Sabat Mezquita de Córdoba

El sabat de la Mezquita de Córdoba, era un acceso privado que permitía al califa de Córdoba dirigirse a la Mezquita desde su alcázar. De las muchas singularidades de este templo, destaca la antigua presencia de este pasadizo del que hoy sólo perdura su sección oriental, la que nunca fue públicamente visible. Cinco estancias en los 4,46 metros que separan la quibla y un sólido muro paralelo de 1,52 cm, que supone el lienzo Sur de la Mezquita.

La parte conservada del sabat de la Mezquita se dispone en esas cinco estancias que desde el mihrab se disponen con 5,88m, 5,70m, 5,91m, 5,88m, y 4,96m de ancho. Se corresponde con las dimensiones de las naves de la sala de oración, a las que continúan pero por detrás del muro de la quibla. En estas dependencias encontramos hoy el archivo catedralicio y distintos despachos del cabildo.

El ancho de las cuatro puertas entre las estancias es de 1,58m. Las cinco estancias han reconvertido la ventana dispuesta en el muro sur en un balcón. Disponen las estancias un techo con bóveda de cañón, salvo la más cercana al mihrab.

 Se dispone y disponía, a dos alturas, con estancias superiores de idénticas dimensiones a las situadas al mismo nivel de la sala de oración, y al igual que estas, con balcones que se asoman por el muro sur. Sin embargo no tiene puertas en los muros divisorios de las diferentes estancias, e incluso se eliminó uno de esos muros. Las “cámaras” sirvieron de sala capitular en el siglo XVI. Tras varias modificaciones el tejado de las tres salas más occidentales están cubiertas a dos aguas, pero en sentido perpendicular a las naves de la sala de oración, y las otras dos, las más cercanas al mihrab, y al igual que éste, tienen tejado a cuatro aguas.

El acceso al segundo nivel se realiza por la segunda sala más cercana al mihrab., mientras que la única entrada que hoy disponemos desde la sala de oración se encuentra en la estancia anexa, la más cercana al mihrab y que aún mantiene su fachada en mosaico con inscripciones que así nos indican:  : «El imán al-Mustansir, al-Hakam, Príncipe de los Creyentes, mandó hacer este acceso a su lugar de oración a su chambelán Ya‘far».

Desde el siglo XIV al XVI, se abrieron hasta tres accesos al sâbât, que fueron cerrados, dos de ellas en 1816 y otra en 1978. También se podía acceder por escaleras a las cámaras superiores desde las capillas que ocupaban el antiguo muro de la quibla.

La visión más completa del sabat de la Mezquita nos la da Al-Idrîsî, que en el siglo XII escribió: “a la derecha del mihrab, entre los dos muros de la Mezquita Alhama, hay una puerta que abre al alcázar por un pasadizo contiguo. Este pasadizo se halla cerrado con ocho puertas de las cuales cuatro se cierran del lado del alcázar y cuatro del lado de la Mezquita Alhama”

Una puerta queda como vestigio del antiguo pasadizo y podemos verla aún, sin acceso exterior, en el muro occidental. Nos deja intuir el trazado externo, que unía con el Alcázar,  pero que fuera la parte visible del sabat de la Mezquita, hasta 1617. Se derriban a partir de ese momento, por orden del obispo  fray Diego de Mardones, tanto el acceso elevado como las casas que bajos sus arcos alquilaba la catedral, concluyendo en 1620 con la eliminación de los “alhoríes viejos” (graneros), que funcionaban como acceso, para la construcción del nuevo  palacio episcopal.

Según las referencias que no han llegado hoy en día eran un total de ocho puertas las que articulaban el pasadizo en ocho estancias. Así después de la que aún se conserva en la fachada, otras tres puertas forradas en  hierro y bronce, dividían en cuatro estancias la sección exterior del sâbât de la Mezquita. Parece lógico pensar en tres arcos bajo estos muros como sustentación de toda la estructura. Actualmente son visibles marcas en el suelo, que tras los estudios realizados en 2010 en el pavimento nos dejan ver la ubicación de los pilares de la estructura.

 Reconstrucción del alzado del pasadizo de ‘Abd Allāh según L. Golvin (1979).
Reconstrucción del alzado del sabat de ‘Abd Allāh según L. Golvin (1979).

Pero el sâbât califal tuvo un precedente emiral. Fue Abd Allah, emir desde el 888 al 912, quien manda construir el original sâbât, pues los fieles se distraían de su oración cuando a la llegada del mandatario se levantaban para verlo. El puente que unía ambos edificios no sólo le brindaba protección en los tiempos convulsos en los que gobernó, sino también privacidad, que al parecer aprovechaba para escuchar anónimamente a través de las celosías, la opinión de los transeúntes. Sólo con la ampliación de Al-Hakam II, se derribará el primer sâbât, pero se mantendría su costumbre en Al-andalus, pues se construye el definitivo de la Mezquita Aljama y otro en la Mezquita de la brillante ciudad de Medina Azahara.

Sirvió el sâbât de Al-Hakam II de refugio para el último de los califas cordobeses, la noche del 30 de noviembre de 1031, donde pasó con su familia temeroso y asustado la última noche del califato cordobés.  Al día siguiente comienza su destierro y que termina en Lérida, donde murió en 1036. Aunque los cordobeses no abolieron oficialmente el califato, los Omeyas fueron expulsados y pidieron a los demás taifas que no los acogieran.

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